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Helsingør y el Castillo de Hamlet (Kronborg)

Helsingør- Elsinor en español- es una visita obligada para los visitantes que vienen a Copenhague. La pequeña ciudad es el punto de referencia de la región del norte de la isla de Zelanda y, aparte de ser un importante nudo de comunicaciones, tiene un gran valor histórico y edificios que merece la pena visitar, en especial el castillo de Kronborg, que unió para siempre la ciudad al mito de Hamlet.

Para el turista, es recomendable llegar a Helsingør por transporte público, bien en alguno de los trenes que vienen desde Copenhague, o bien en los autobuses que recorren la línea de la costa que discurre entre el norte de la capital y la ciudad. Para el que venga en tren, le espera la visión de una estación de ferrocarril pequeña, pero con un vestíbulo y una fachada impresionantes, y el que prefiera el autobús podrá disfrutar de la costa y de los paisajes de los últimos kilómetros del camino.

Helsingør es, en mi opinión, una de las ciudades más interesantes de Dinamarca. La ciudad está volcada al mar y tiene una especial relación con la ciudad sueca de Helsingborg, de la que apenas la separan unos kilómetros de mar o veinte minutos en barco. En la línea de costa, la imagen del castillo de Kronborg rivaliza con la nítida visión que en los días claros se tiene de la costa sueca. Y es que el paso de Helsingør a Helsingborg es la distancia más reducida que hay entre ambas orillas del estrecho de Øresund que separa Dinamarca de Suecia.

Castillo de Hamlet

Desde la estación de ferrocarril o las paradas de los autobuses, la visita obligada es el castillo de Kronborg. El edificio, que domina toda la línea de costa alrededor de la ciudad, es uno de los castillos renacentistas más importantes del norte de Europa al que Willian Shakespeare le dio fama mundial cuando decidió utilizarlo como escenario de su obra Hamlet. El castillo como hoy lo conocemos, fue construído en 1585, aunque en su lugar existía ya una pequeña fortaleza desde 1420.

Castillo de Hamlet

Castillo de Hamlet, en Helsingør

Aunque la vista del exterior del edificio ya es suficientemente interesante en sí, es posible acceder a parte de las salas interiores del castillo, entre ellas algunas de las habitaciones reales, la iglesia o la armería. Hay una entrada que permite ver todas las salas, aunque también hay billetes de precios más reducidos si se quiere visitar sólo las habitaciones, iglesia y armería o sólo estas dos últimas. Además, hay visitas guiadas en danés e inglés. Mi consejo para el que quiera pagar el precio de la entrada, es que tome el billete más completo. De todos modos, tampoco es imprescindible entrar en el castillo para disfrutar de la magia del entorno. Es más, si alguien tiene problemas de tiempo o de dinero y sólo puede ver uno de los castillos del norte de la isla, le recomendaría que empleara sus recursos en el de Hillerød.

Nunca está de más saber un poco de la historia del castillo. La verdad es que está unida a la de toda la ciudad y a su punto de referencia como nudo marítimo y de comunicaciones. En 1429, el entonces rey Erik de Dinamarca, Suecia y Noruega, estableció un impuesto marítimo para los barcos que quisieran pasar a través del estrecho entre Suecia y Dinamarca a otras zonas del Báltico. El impuesto dio a la ciudad una situación económica privilegiada, que favoreció la construcción de obras públicas como el castillo.

Con el paso de los años, Kronborg se convirtió en un punto defensivo importantísimo y ha jugado un papel muy importante en algunas de las guerras que Dinamarca ha mantenido a lo largo de su historia. El castillo fue ocupado por los suecos en la guerra que mantuvieron los dos países en el siglo XVII, más tarde tuvo un papel fundamental en las batallas contra los ingleses de comienzos de siglo XIX, y finalmente fue ocupado por soldados alemanes durante la II Guerra Mundial.

Sin embargo, el nombre con el que todos relacionan Kronborg es el de Hamlet. Lo primero que hay que tener en cuenta es que Hamlet no viene de la imaginación de William Shakespeare. La primera aparición del mito del príncipe danés aparece alrededor del año 1200, en unos textos históricos daneses, que en 1514 se retoman por otro escritor danés. La obra de Shakespeare fue escrita alrededor del año 1600 y es la primera en la que tiene como ubicación central el castillo de Kronborg. No se sabe con certeza si el dramaturgo inglés estuvo en el castillo, pero sin duda su decisión sobre la ubicación de la historia tiene mucho que ver con la importancia de la ciudad en aquella época.

Helsingør, la puerta de Suecia

Una vez acabada la visita al castillo de Kronborg, es interesante darse una vuelta por el centro de la ciudad y la consabida calle peatonal presente en todas las ciudades danesas. El que sea un poco observador, podrá comprobar que una buena parte de las tiendas de la ciudad, especialmente las más cercanas al puerto y la estación de ferrocarril, son tiendas de venta de alcohol y licores. La razón es que, durante años, los suecos de las ciudades del otro lado del estrecho viajaban a Dinamarca sólo para comprar bebidas, debido a los elevados impuestos al alcohol que tienen en su país. Hoy, esas visitas se han reducido, pero no es extraño ver a suecos acarreando cajas de cerveza con dirección a los barcos de Helsingør.

Es recomendable, también, darse un paseo por la costa del norte de la ciudad donde, además de poder encontrar playas muy interesantes, es posible acercarse sin mucho esfuerzo al Palacio de Marienlyst, que en realidad no es un edificio demasiado espectacular, pero que puede ser un buen punto de referencia para que los aficionados a la pintura disfruten de su exposición permanente.

Para los aficionados a la aviación, resultará interesante una visita al Museo Aéreo y del Tráfico, donde hay alrededor de 30 aviones de todo tipo, además de coches y motocicletas antiguas.

Sin embargo, Helsingør no vale sólo como lugar de visita, sino que es un lugar que se puede tener muy en cuenta como base para planear otro tipo de excursiones. Desde allí hay apenas 30 kilómetros a la ciudad de Hillerød y su espectacular castillo de Frederiksborg, algunos menos a Fredensborg, un bonito camino por la costa hacia las playas del norte en la zona de Gilelleje y una escasa distancia al museo de arte moderno de Louisiana. Y tampoco se puede olvidar los pocos minutos a los que está situada de Suecia, donde también merece la pena una visita la vecina ciudad de Helsingborg.

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